Parece que están de moda… Los llevan los pequeños de la casa: “¡Mis amigos ya los tienen! Y a mí, papá, ¿cuándo me toca?”. También nuestros compañeros de trabajo: “¡Pero si no tenías tan mal los dientes!”. E incluso los mayores: “¡A tu edad para qué te metes en berenjenales!”. Los aparatos, que hasta hace unos años sólo eran cosa de niños, ahora no parecen tener edad. ¿Por qué ahora?
Ortodoncia significa dientes rectos. ¡Sí, es cierto! Esta es la definición que viene del griego, pero ¿la ortodoncia es solamente esto? ¿Hemos evolucionado algo desde la antigua Grecia? Una boca no sólo son dientes, es un sistema mucho más complejo: dientes, encía, hueso, huesos basales, musculatura masticatoria y articulación temporomandibular. Si todo está en armonía, nuestra boca podrá cumplir su función correctamente y, como efecto “secundario”, los dientes estarán ordenados y bonitos.
Los ortodoncistas indicamos la ortodoncia para rehabilitar una boca que no realiza bien su función, y esto puede suceder a cualquier edad por diferentes motivos:
- Problemas óseos en niños pequeños, mandíbulas que crecen mucho o poco y cielos de boca estrechos, entre otras alteraciones. Estos casos se tratan con ortopedia dentofacial.
- Maloclusiones: desórdenes dentales por dientes montados o separados.
- Problemas óseos en adultos, para los que se requiere cirugía ortognática, cuya finalidad es mover la mandíbula o el maxilar a una posición más adecuada, dándoles las proporciones correctas y, por tanto, ganando en estética, funcionalidad y salud.
Desgraciadamente estos problemas, que son los más conocidos, pueden surgirnos a cualquier edad, de ahí que veamos aparatos en bocas de prácticamente todos los públicos.
Pero no sólo por eso, ¿qué más puede hacer la ortodoncia por el paciente? Una de las grandes novedades de la ortodoncia actual es la sinergia, es decir, su interacción con otras disciplinas, que nos permite aprovechar al máximo las terapias odontológicas para resolver problemas mucho más complejos: enfermedades de encías, falta de espacio para reponer las piezas perdidas, escasez de hueso para poder poner implantes, disfunciones temporo-articulares, preparación de los dientes para realizar futuros empastes, fundas o carillas estéticas… Estos son algunos de los problemas en los que un adecuado enfoque y un abordaje interdisciplinar pueden hacer que el tratamiento de ortodoncia prepare la boca para recibir una rehabilitación posterior con resultados mucho más previsibles, mejores y duraderos… ¿Entiendes ahora por qué hay personas de cierta edad con aparatos?
Estamos asistiendo a una nueva era en el desarrollo de la ortodoncia: nuevos métodos de diagnosticar en tres dimensiones, nuevas maneras de tratar con técnicas minimalistas, aparatos personalizados y mucho más efectivos… Todo esto se traduce en nuevas posibilidades para el paciente.
Si estás pensando en hacerte un tratamiento de ortodoncia, infórmate bien. Somos personas, somos biología, no somos coches que se fabrican en serie, por lo que debes exigir un tratamiento personalizado. Y recuerda: el objetivo es la salud, la funcionalidad y la estética, en este orden, aunque todos igual de importantes, ¡pero en este orden! Tu participación en el tratamiento y tu compresión de los objetivos que tu ortodoncista te marque tras un estudio minucioso son fundamentales para una correcta finalización del caso.
Da igual la edad que tengamos, siempre querremos que nuestra boca esté sana, sea bonita y, por supuesto, comer bien, y los aparatos pueden ayudarnos a todos a conseguirlo.